Actos de Valentía.

 Capítulo X: Me dieron el alta.

Cada acto de fe genuina, actos de valentía que no cualquiera esta dispuesto a cruzar, decidirse y tomar una decisión crucial en momentos delicados, poner un grano de fe, no necesariamente una fe enorme, sino como un pequeño grano, nada más, eso basta, basta con que creamos, basta con saber que quien te prometió tener cuidado de ti, es porque realmente tiene cuidado de ti, de mí, de todos, porque son esos pequeños actos de valentía los que te hacen grandes, te hacen extraordinario, extraordinaria, no necesitas compararte con nadie, necesitas saber quien eres en Jesús y según la identidad que tienes sabrás que todo pasa, las enfermedades, los problemas, las angustias, todo, pero gozo, la alegría que Él te da es para siempre, te invito a que lo busques, a que busques de Él, que lo conozcas si aun no lo hacés, si te sentís lejos de Él es cuanto mas cerca estás, recuerda que siempre deja las 99 y va por mí.

A veces no sabemos el origen de lo que nos pasa, una enfermedad puede llegar de manera repentina, también de manera repentina puede irse, pero lo que le pasó a esta persona no se iría sin dar pelea, una pelea que a continuación vas a leer, gracias por estar un capítulo más de estás extraordinarias historias. 




Hace 9 años, esta persona estaba reunida en su iglesia, era día de mujeres, un día en las mujeres tienen su reunión en la iglesia, siempre es para todo mundo, solo que ese día las mujeres son quienes desarrollan el programa, ella estaba haciendo lo qur mejor podía hacer, buscar a Dios por sobre todas las cosas, cuando sintió una punzada en sus extrañas y junto con la punzada los constastes vomitos, la preocupación se dio cuando los vomitos no cesaban, al llegar a su casa, la familia se preocupo por ella, los vomitos eran más constantes y sin poder consumir alimentos, empezó a arrojar sangre, la llevaron al hospital y al llegar allá la atendieron de emergencia, la internaron de manera inmediata y le empezaron a hacer exámenes, su diagnóstico era una úlcera en la boca de su estómago causada por una gastritis, misma que padecía por ya bastante tiempo a tal grado de verla normal, esta úlcera se desarrolla y explota en su interior, en su estómago, te imaginas lo doloroso, literalmente una úlcera de estás es similar a una llaga, pero más delicada.

Estaba siendo tratada en el hospital, los médicos intentaban un metodo, intentaban otro y el resultado era el mismo, incluso peor, su vida estaba llegando a su final, le habían realizado un lavado gástrico, le pidieron un medicamento a la familia, le realizaron una endoscopia y ella solo empeoraba, pasaban los días y las horas y su cuerpo no daba para más, estar en el ambiente hospitalario le ponía peor.

Entre todo el proceso, ella recordó qur en su iglesia habría un congreso de mujeres, así que la decisión fue crucial, una decisión radical, sabía que al tomarla no habría vuelta atrás, ella decidió pedir el alta forzada, el alta forzada es pedirle a los médicos dejar morir a una persona con diagnóstico crítico en su casa, esto exonera al hospital de lo que podría pasarle a la persona y la persona lo único que espera es la muerte, pero, ella estaba decidida, le otorgaron el alta y el médico le dejo una cita en 3 días, las palabras del médico fueron: "te dejaré esta cita en 3 días, dudo mucho que sigas viva para ese entonces", él le estaba dando solo 3 días de vida, ella no dijo más y se fue.

Llegó a su casa y se alistó como pudo para ir al evento y se fue a su iglesia, llevaba una bolsa por los vomitos, pero ella no se perdería su cita, llegó a la hora de la predicación y se sentó junto a su hija y su nieta, de repente el predicador dijo: "hermanos, Jesús me ha hecho sentir que entre nosotros hay una mujer que esta gravemente enferma", el mismo predicador paró todo en ese preciso momento y les pidió a todos empezar a orar por la salud de ella, ellos no se conocían, pero si conocían al mismo Dios, desde el frente y ella junto a su hija y su nieta oraron juntos, oraron por la salud de ella, extraordinariamente en ese preciso instante Jesús estaba operando sus entrañas, ella empezó a sentir un fuego que ardía en su interior, algo que le consumía su cuerpo, ella sabía que estaba siendo sana, estaba recibiendo su rediseño, su originalidad a un cuerpo hecho y diseñado para amar a Dios y a Jesús.

Ella regresó a su casa y comió más de lo normal, su familia se sorprendió, pero ella confiaba, ella había recibido su milagro, pasados los 3 días regreso donde el médico, ya en el consultorio el médico le dijo:

-Tú no eres esa mujer, ¿Qué ha pasado contigo? ¡No tienes nada! 

Ella respondió:

-Tengo al mejor médico y Él me ha sanado. 

El médico le dijo:

-Tu crees en Dios, realmente existe Dios. 

Ella cerró la conversación diciendo: 

-Al Dios que yo le creo puede hacer esto y más.


Han pasado 9 años desde entonces y la señora Marta Orantes sigue en pie, sigue viva y sigue diciendo que quien le dio el alta antes de salir del hospital fue Jesús. 

Dios te bendiga, nos vemos en la próxima con otro capítulo de Fe: Actos de Valentía. 



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